Lo primero que debes hacer para ser una buena yo es nacer en la familia equivocada, como si la cigüeña hubiese ido algo borracha ese día y te hubiese dejado caer donde no te correspondía, que probablemente era una casa llena de espíritus libres y artistas, así, cada vez que se te ocurra algo que hacer con tu vida obtendrás sistemáticamente estas dos respuestas, alternativa o consecutivamente: “Tú no estás bien” o “¿Y eso para qué, para acabar en el paro?”.
Cuando de tanto repetirte las mismas frases llegues a creértelas, es el momento de tomar decisiones equivocadas, así: tas, tas, tas, tas, una detrás de otra, y arruines tu vida completamente. Pero claro, esto no es fácil, necesitas un nivel de profesionalización en fracasos y mediocridad que sólo se puede adquirir a lo largo de años de práctica.
Primero gana un concurso de literatura con 13 años, pero no vayas a recoger el premio, porque tu padre no te quiere acompañar a ningún sitio desde que le dijeron que si eras su nieta, y tu madre está demasiado ocupada criando niños ajenos para poder preocuparse de ti, que ya eres mayor y “total que te van a dar, un diploma y libros” “Si al menos fuera dinero…”
Y aunque intentes escapar de esta vida mediocre que ha sido planeada por otros para que la vivas tú, que sepas que no vas a poder, aunque a los 14 años consigas una beca para ingresar en un colegio lo más lejos posible de tu familia, con internado y todo, para no tener que oír sus cantinelas. O cuando tu hermana, “por tu bien”, como siempre, te diga: “Pero para qué te vas, tú no estás bien, ¿No puedes ir al instituto de aquí? ¿No has oído la frase más vale ser cabeza de ratón que cola de león?” Porque está claro que yo, cabeza de león, de qué, si en mi familia nadie pudo, yo tampoco, claro…
Y aunque te cases a los 22 años, como única opción de marcharte de casa para poder hacer tu vida, no escaparás, porque te seguirán controlando. Ya se ocuparán ellos de dejarlo todo “atado y bien atado”. No te sorprendas si te vas a vivir a otro sitio y tus padres te siguen y compran la casa de al lado, “porque aquí hace más sol y nos estamos haciendo viejos”. No intentes pedir a tus padres una explicación del porqué se cambian de casa después de casi 30 años de vivir en el mismo sitio, porque obtendrás malas caras, reproches y frases del tipo “con todo lo que hemos hecho por ti, parece que te molestemos”. Verás llorar a tu madre (escena que se repetirá cada vez que hagas algo que ella no quiera y no haya aprobado previamente) y además te vas a sentir superculpable por el hecho de querer perderlos de vista un ratito.
Termina la universidad, estudia algo que sirva “para acabar en el paro” (como no) y pese a tus ganas de viajar, conocer mundo y seguir aprendiendo, haz caso a las voces que te dicen que “Tú no estás bien, ahora eres una mujer casada: ¿Dónde vas a ir tú sola?” y quédate donde siempre. Consigue un trabajo mal pagado, que no te gusta, eso sí, cerca de casa.
Después cásate tres veces, con tres personas distintas, y encuentra un compañero que te entienda cuando roces los 40. Ten dos hijos con los que aprenderás qué es querer a alguien porque si, y rodéate de amigas, porque ellas te salvarán muchas veces de ti misma.
Ten una depresión clínica que te lleve a conocerte a ti misma, supérala con ayuda de una gran terapeuta y empieza a escribir.
Escribe como si se acabara el mundo, sigue los consejos de tu psicóloga y escribe todos los días, escribe y sácalo todo afuera, escribe porque es la mejor terapia y escribe porque es lo deberías haber hecho toda tu vida, agárrate a la escritura, tira del hilo y empieza a ser tú.
Y aunque te dará mucho miedo, descubrirás que no necesitas la aprobación de nadie para esto. Y además de escribir, harás teatro y cantarás y te darás cuenta de que a los demás les da igual lo que hagas o lo que dejes de hacer, y aunque tu madre siga llorando y diciendo cosas como “tú no estás bien” ya no te importará, porque por fin estás haciendo aquello para lo que naciste, para lo que nacemos todos, ser feliz.
Si te gusta el texto, que sepas que la idea es copiada de un libro de cuentos de Loorie Moore llamado irónicamente: Autoayuda, en concreto del cuento titulado: "Instrucciones sobre cómo ser escritora", cuya lectura recomiendo mucho muchísimo.
lunes, 17 de marzo de 2014
viernes, 7 de febrero de 2014
LLÁMAME POR MI NOMBRE
Mi nombre no es gordita, ni rubia, ni mami. Mi nombre es Carmen. Es quien soy. El uso de diminutivos, sobrenombres y apodos, me "cosifica" e "infantiliza", y esto, por si no lo sabes, es un comportamiento sexista. Subiendo y bajando escaleras, hay mucho tiempo para pensar, y creo que, aunque a ti te parezca que llamarme por mi nombre suena demasiado impersonal, es lo que me define, lo que me engloba y lo que dice quien soy. Cuando era pequeña me llamaban "nena". En mi familia de origen me siguen llamando "la nena" y por eso creen que sigo siendo una cría, creen que pueden interferir en mis asuntos e incluso decidir por mi qué es lo que más me conviene.
Yo soy gorda, rubia y madre, pero ninguna de las tres cosas me define. Yo soy bastante más que todo eso.
Las etiquetas es lo más peligroso que existe. La gordita, tendrá 80 años, pesará 40 kilos y se seguirá sintiendo gorda, el cuatro ojos, operado de miopía y con lentillas, se seguirá sintiendo mal cuando vea un escaparate de Multiópticas. Rotular a alguien, es la mejor manera de discriminarlo. Me gustaría que escucharas esta charla del poeta Shane Koyczan "Al día de hoy",
En este mundo donde todas tenemos que encajar en los estándares, aquellas diferentes lo tenemos chungo, y hasta que te das cuenta de que tus superpoderes se encuentran en lo que te diferencia se pasa mal, muy mal.
El sobrenombre es una forma de dirigirse a alguien aparentemente cariñosa, pero lleva una carga de agresión y discriminación implícita. Es muy común en las parejas llamarse, "mi amor" o "mi vida", y esto, que parece tan bonito e inocente, en realidad es una bomba de relojería ( Alaaaaaa exageraaaá). ¿Como que "mi" amor? Que yo sepa, yo no soy tuya, no soy propiedad de nadie ni tampoco soy "tu" vida, tu vida es tuya para hacer con ella lo que quieras y por eso te quiero libre y sin apodos.
Por cierto, tras una semana sin usar el ascensor, 1,100kg. menos. ¡Ole Yo!
viernes, 31 de enero de 2014
ESTOY A DIETA
Antes que nada os voy a decir algo que
os puede sorprender: Las dietas no existen, son los padres. Quiero
decir, está científicamente comprobado que el 80% de las personas
que han realizado dietas para perder peso, al cabo de dos años, no
solo han recuperado los kilos de más sino que a veces incluso añaden
algunos extra a los del inicio. (Antonio
Villarino Marín et al. Mitos y errores en el diseño de
dietas para la recuperación de un peso saludable. Rev Esp
Nutr Comunitaria 2008;14(3):179-184. Os
dejo el enlace por si a alguien le interesa el tema:
http://www.fesnad.org/publicaciones/pdf/renc_sedca.pdf)
Resumiendo el texto, a la larga, ninguna dieta funciona y algunas
perjudican seriamente la salud.
Así que, lo de las dietas, a no ser
que quieras adelgazar tres kilos para una boda, es la gran mentira de
la historia. Lo que ocurre es que es un grandísimo negocio y todas
aquellas que, bien por razones estéticas (??) bien por razones de
salud (esto si que lo entiendo) necesitamos perder peso, nos vemos
envueltas en tal maraña de dietas, consejos, productos, ejercicios y
demás, que al final perdemos peso, es cierto, pero solo en nuestros
bolsillos.
Como sabéis, (y si no lo sabéis os lo
digo) yo necesito perder muuuuuuuucho peso. Hasta ahora, he probado
alrededor de 15 dietas, (que yo recuerde). He de decir que algunas me
han funcionado mientras las hacía. Quiero decir, luego he
recuperado el peso y he ganado el bonus extra de los kilos de más.
En 2003- 2004 perdí 17 kilos haciendo dieta, de 92 pasé a 75 kilos,
no hice ejercicio, no cambié mis hábitos alimenticios, excepto el
tiempo que duró la dieta, y el resultado es, que ahora, 10 años
después, peso 120 kilos. Los que nos podemos a dieta sabemos que
tenemos dos grandes enemigos: el primero y más fuerte, nosotros
mismos y el segundo pero no por ello menos importante, que pensamos
que la dieta es un “periodo de sacrificio” para luego volver otra
vez a las “malas costumbres”. Y así no vamos a ningún lado.
En mi descargo diré que por mi
enfermedad (Artritis Reumatoide) tomo corticoesteroides, que me hacen
engordar todavía más y no practico ningún deporte (he perdido
rango articular y además me resulta doloroso hacer ejercicio). Es
verdad que hay programas diseñados para gente con mi enfermedad,
donde se tiene en cuenta nuestra condición, y dicen que a partir de
las cuatro semanas se notan los beneficios, pero, qué coño, si no
hacía ejercicio cuando estaba bien...¿Voy a empezar ahora? (¿Veis
quién es mi peor enemigo en esto de la vida saludable?).
No os voy a engañar, he barajado la
opción de la cirugía bariátrica ( ya sabéis, la banda gástrica,
el tubo gástrico, reducción de estómago, etc.) pero es que esto,
por si no lo sabéis también tiene una cara B, que no siempre la
cuentan. Cada operación de estas oscila alrededor de 6000 euros, y
además te ofrecen seguimiento donde ¡OJO! cambias tus hábitos
alimenticios, te enseñar a comer de forma saludable y a apreciar los
beneficios de un ejercicio regular. Y aquí viene “cuando la
matan”. Se considera, médicamente hablando, que al cabo de 36
meses el paciente debe haber perdido, al menos, el 50% del sobrepeso
inicial, o la cirugía habrá fracasado ( Paul O'Brien y col.)
Hagamos cálculos rápidos: si me
sobran 40 kilos, el 50% son 20 kilos. En 36 meses debo perder 20
kilos, que son alrededor de 0.5 kilos al mes. En serio, y quiero
decir, de verdad de la buena, si cambio mis hábitos alimenticios,
dejo los atracones, como de forma saludable, y hago ejercicio
recomendado para mi, ¿No puedo perder medio kilo al mes ( más
o menos) por mi cuenta? ¿Es necesaria la operación? ¿ O no será
otro negocio más?
Os voy a dar un dato curioso: si
durante un año, no usamos el ascensor, y subimos y bajamos por la
escalera, sin hacer nada más, ni dieta ni nada, podemos perder hasta
10 kilos en un año. ¿A que flipáis? Yo también. Más datos: Según la clínica Mayo cuánto más peso tienes más
calorías quemas. Una persona de 72 kilos quema 647 calorías por
hora subiendo escaleras, una de 90 kg, 819 calorías y una de 108,
981 calorías, ¡Y esto es de gratis total!
Muchas escaleras veo yo aquí...¡qué pereza!
Me he leído un libro: EL PODER DE LO
SIMPLE de Leo Babauta. Este hombre tiene un blog muy conocido que se
llama “Zen Habits”. El libro va en la misma línea del blog y
viene a decir que hay que tomarse la vida de otra manera.
A mi, me interesa especialmente la
parte que habla sobre el acondicionamiento físico o la “puesta en
forma” Dice que cada uno tiene que encontrar un plan que pueda
mantener durante años y que sea fácil de adoptar. Por eso
recomienda empezar “en pequeño”
Eso es lo que voy a hacer yo : esta
semana, sólo voy a empezar con el tema de las escaleras, adiós
ascensor, y progresivamente iré incorporando a mi rutina hábitos
saludables. No tengo prisa, soy consciente de que la buena salud
llega después de meses, incluso años. Pero es un comienzo. ¡Ya os
iré contando!
sábado, 18 de enero de 2014
TODO ESTÁ POR HACER Y TODO ES POSIBLE
TODO
ESTÁ POR HACER Y TODO ES POSIBLE. (MARCELA LAGARDE)
Y
es verdad. Hoy es el primer día del resto de mi vida. Esta frase tan
manida, es al mismo tiempo, “el puro evangelio” que diría mi
madre.
Tengo
46 años, de los que habré desperdiciado entre unas cosas y otras (
más otras que unas) alrededor del 90% del tiempo, descontando el
tiempo que he estado dormida ¿o durmiendo?(Nota
mental: volver a escuchar Camino
de la Cama de
Siniestro
Total
para aclarar concepto)
Si
tuviese que hacer un recopilatorio de mis grandes éxitos en un doble
CD, con un disco tendría más que suficiente. A ver recapitulemos:
el nacimiento de mi hijo mayor, el de mi hijo menor, el día que vi
publicado mi primer cuento y... y... y...
Ostia
puta, no siento como éxito nada más en mi vida y eso que he hecho
cosas, a mogollón (esto ya no se dice, ¿no?): dos licenciaturas
universitarias( y progresando adecuadamente hacía un grado, o sea,
la versión “new age” de las carreras de antes), varios másteres
y cursos mil; me he casado tres veces y he conseguido sobrevivir a
las tres, según mi vida laboral he tenido desde los 22 años(hasta
ahora) cincuenta y cinco contratos de trabajo en veintitres empresas
distintas (el SEPE, más conocido como “El Paro”, aunque es la
empresa más grande de España, no cuenta ¿Eh?)
Por
otro lado mi cuerpo me ha regalado una enfermedad crónica
incapacitante y desde el 2010 una depresión atípica para tener de
todo un poco. He de decir, que después de tres años de terapia
(gracias, gracias, Pepa) y sin medicación (Olé yo) he superado la
depre y, como dice Pepa, mi terapeuta,
“Ahora que hemos arreglado lo de dentro, vamos a por el
envoltorio”.
Pa'
que os hagáis una idea de la situación
de daños:
18 años - 60 kilos, 46 años - 120 kilos. Si sacamos una proporción
años / kilos he ido ganando peso a razón de 2,150 kilos / año.
“Total, dos kilitos de ná' ¿Qué es eso?” Pues ya veis lo que
es, no hay nada más que agregar (que ya hemos agregado bastante, ya)
Esta es Kirstie Alley, pero podría ser yo, bueno, yo no porque no tengo ningún vestido naranja...
No
uso cremas hidratantes,ni nutrientes, ni protectoras, ni exfoliantes,
ni rejuvecedoras, ni antiojeras,ni de noche, ni de día, ni serums,
ni agua termal, ni ecólogicas, ni las que no son testadas en
animales, ni naturales... ¡ay, casi me ahogo! En resumen, que no me
pongo ná', mi rutina de belleza matinal consiste en una ducha y
lavarme los dientes, por la noche, como casi siempre me duermo en el
sillón, a veces, ni los dientes (es una cochinada, ya lo sé).
No
me depilo las piernas desde que se terminó el verano, de hecho mi
compañero suele vestirse de safari, con machete y todo, cuando vamos
a follar, para ambientarse y tal...(ehhh ¡Es una licencia
literaria!, ¿o no?)
Quiero
dejarme el pelo largo para hacerme una trenza. ¿Por qué? Yo qué
se, porque si. Y ahora, después de más de un año de no ir a la
peluquería, tengo un pelo indefinible, castaño, con canas y que no
tiene forma ninguna, pero claro, en el conjunto de mi yo, pues
tampoco está tan mal.
Mi
ropa es un tema aparte. Podemos elegir, como diría Lina Morgan entre
el negro, el negro y además tengo el negro... O sea, que todo mal,
muy mal, Carmen, que diría mi señorita de parvulitos, Doña
Aurelia, muy buena ella, que le decía a mi madre, “es que como es
zurda, la pobre, y molesta a todo el mundo, pues se sienta solita”
Qué recuerdos... En fin.
Así
que, este es el punto de partida, que está bien en si mismo, porque
como me dijo un amigo una vez:
“Yo soy optimista, porque ya no puedo caer más de lo que ya he
caído, ni estar más abajo de lo que ya estoy”
Si
eso ya os iré contando las medidas que vamos tomando para la
remodelación, que parece que no, pero si...
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)






.jpg)






