Mi nombre no es gordita, ni rubia, ni mami. Mi nombre es Carmen. Es quien soy. El uso de diminutivos, sobrenombres y apodos, me "cosifica" e "infantiliza", y esto, por si no lo sabes, es un comportamiento sexista. Subiendo y bajando escaleras, hay mucho tiempo para pensar, y creo que, aunque a ti te parezca que llamarme por mi nombre suena demasiado impersonal, es lo que me define, lo que me engloba y lo que dice quien soy. Cuando era pequeña me llamaban "nena". En mi familia de origen me siguen llamando "la nena" y por eso creen que sigo siendo una cría, creen que pueden interferir en mis asuntos e incluso decidir por mi qué es lo que más me conviene.
Yo soy gorda, rubia y madre, pero ninguna de las tres cosas me define. Yo soy bastante más que todo eso.
Las etiquetas es lo más peligroso que existe. La gordita, tendrá 80 años, pesará 40 kilos y se seguirá sintiendo gorda, el cuatro ojos, operado de miopía y con lentillas, se seguirá sintiendo mal cuando vea un escaparate de Multiópticas. Rotular a alguien, es la mejor manera de discriminarlo. Me gustaría que escucharas esta charla del poeta Shane Koyczan "Al día de hoy",
En este mundo donde todas tenemos que encajar en los estándares, aquellas diferentes lo tenemos chungo, y hasta que te das cuenta de que tus superpoderes se encuentran en lo que te diferencia se pasa mal, muy mal.
El sobrenombre es una forma de dirigirse a alguien aparentemente cariñosa, pero lleva una carga de agresión y discriminación implícita. Es muy común en las parejas llamarse, "mi amor" o "mi vida", y esto, que parece tan bonito e inocente, en realidad es una bomba de relojería ( Alaaaaaa exageraaaá). ¿Como que "mi" amor? Que yo sepa, yo no soy tuya, no soy propiedad de nadie ni tampoco soy "tu" vida, tu vida es tuya para hacer con ella lo que quieras y por eso te quiero libre y sin apodos.
Por cierto, tras una semana sin usar el ascensor, 1,100kg. menos. ¡Ole Yo!



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